En el momento en que el aliento se sacrifica
al más grande detalle en el amor:
un cuerpo desnudo
siento como si me abandonara el sentido de la perfección
la belleza contendría un cúmulo de defectos propicios
al escándalo:
un culo demasiado alto para una talla pequeña
muslos infavorables a sus extremidades posteriores
un abrirse donde la franja bruna señalara
la mano como un destino mudo.
La suciedad llega a ser el capítulo de mi existencia
que resiste a la lucidez del adulto,
el momento en que al levantarme la falda
sobrevino el castigo el miedo a la soledad
resbalar en el sueño de lo imaginado
embriagado por sus propios olores.
En las estampas eróticas no puedo resistir al mundo
presente con su afán de belleza inmolada
a la rectitud de las líneas
la mirada parece simétricamente posarse en
una puesta de sol
infiel al movimiento que la empuja lejos
para perderse luego en el reposo
la modelo no exige del lector en ellas
sino impotencia eterna,
lo osceno sigue siendo para mí una prolongación
de la incertidumbre.
La ruptura conmigo o esa enajenación de la que todos
queremos evadirnos es no poder dejar de exigir al amante
ser la presa
cuando alguien nos posee queremos que a la vez
nos conciba
toda elección es una posesión apremiante que
no nos deja dormir.
Alcanzo el amanecer
retroviso Lima
como una elipsis en la ruta
no hay nadie que me ofrezca un emparedado
de realidad
que no lo unte el desdén.
Este precioso, íntimo y arrollador poema está incluído dentro de “Noches de adrenalina” que ya os recomendé encarecidamente en un vídeo anterior.
Me podéis encontrar, también, en todos estos sitios: https://about.me/naiaestibaliz
Os abrazo fuerte.